lunes, 7 de diciembre de 2009

Manolo el del bombo

España prescindió de Míchel y Butragueño, del sabio cascarrabias Luis Aragonés, de su mote “Furia roja” y hasta del estilo de juego que motivó éste, desfasado ahora por el primoroso futbol que hilvana en los últimos años, pero desde el mundial de 1982 no ha dejado de jugar bajo el influjo estruendoso de Manuel Cáceres Artesero (San Carlos del Valle, 1949).
Luego de “trabajar” en equipos pequeños como el Huesca, el Barbastro y el Monzón, “Manolo el del Bombo”, uno de los aficionados futboleros más famosos del mundo gracias a su descomunal tambor y a la permanente euforia de sus rudimentos percusionistas, dio el salto al Zaragoza, y en 1968 se sintió listo para su debut en la selección absoluta de España.
El primer viaje internacional de Manolo para animar a la selección española al extranjero fue a Chipre, en 1979, pero su primer gran trayecto a la fama que hoy goza fue recorrer casi 16 mil kilómetros de aventón por todo su país durante la Copa del Mundo. Ese viaje fue su particular viacrucis y redención, su conversión a la figura entre esperpéntica y admirable que muestra su poderoso fervor en escenarios de casi todos los continentes: "En el Mundial del 82 hice 15 mil 800 kilómetros en autostop, terminó el Mundial y me quedé sin trabajo, no tenía nada. Estaba en Alicante y quería ir a Barcelona a buscar trabajo; me recogió una ambulancia que llevaba un muerto y que iba para Valencia. Allí conocí a un hombre que llevaba una sala de fiestas, fui con él a Barcelona y me dieron trabajo como relaciones públicas. A los dos días vine a Valencia y aquí me he quedado".
Mientras millones de hinchas demuestran su pasión y fidelidad a unos colores aporreando rivales o, en su defecto, enunciando cómo los aporrearían, Cáceres Artesero se ha decantado por no importarle demasiado los colores de los clubes a los que entrega su decibélico amor. Después de amar al Zaragoza, Manolo animó al Valencia —ciudad donde hoy reside y en la que tiene un bar-museo del futbol frecuentado por miles de futboleros que, además de buscar la foto con el ídolo en boga, pretenden la imagen con el icónico Manolo y su bombo—, e incluso al Real Madrid y al Barcelona.
Manolo destrozó su familia y perdió más de un negocio por presenciar los partidos de la Roja en todo el mundo. Pero su esfuerzo no ha sido del todo vano: desde hace algunos años, la Real Federación Española de Futbol le consigue boletos para los aviones y entradas para los partidos.
En 2008 demostró que su presencia no era la causa del escaso éxito de la selección española: Manolo y su bombo estuvieron presentes la noche que España y su brillante futbol ganaron la Eurocopa de Austria-Suiza.
A sus 60 años, Manolo está listo para afrontar su séptimo mundial en Sudáfrica y, según sus cálculos, únicamente le quedarían otros cinco antes de retirarse. Mientras tanto, los tímpanos adjuntos a su bombo seguirán padeciendo su vigor.

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