lunes, 7 de diciembre de 2009

La prodigiosa mano de Thierry Henry

Agobiado por el multimillonario peso de ser el deporte más popular del mundo y por encarnar todo tipo de nacionalismos y corrientes ideológicas, el futbol se ha convertido en una fábrica de héroes y villanos, en una máquina extractora y trituradora de gloria cuyas consecuencias se extienden mucho más allá del espacio verde delimitado por las líneas de cal. Así, no es de extrañar que la instantánea ceguera de un árbitro sueco impidiera que miles de litros de cerveza irrigaran el corazón de Irlanda, levantara sospechas, pervirtiera un triunfo y, lo más lamentable, pusiera una mancha indeleble en la figura de uno de los mejores futbolistas de las últimas décadas.
Thierry Henry controló la pelota con la mano, dio el pase para que Francia anotara el gol que la clasificara a la Copa del Mundo de 2010 y adquirió una fama estridente, mayor que la correspondiente a una brillante trayectoria que comenzó mucho antes del infausto día de noviembre que enfrentó a Irlanda.
Durante la primera década del siglo XXI, el juego del Arsenal, un equipo inglés de antiguas glorias y penurias longevas, provocó admiración y respeto. El creador de ese sutil mecanismo que ganaba partidos y cosechaba aplausos era un francés que nunca jugó futbol de élite llamado Arsene Wegner, quien al reunir a Dennis Bergkamp y Thierry Henry formó una pareja de delanteros que encontraba formas insólitas de canalizar el magnífico juego de su equipo.
A Thierry Henry muy pronto le quedó pequeño el futbol de su país. Campeón en el Mónaco, el liviano delantero pasó sin gloria reseñable por el Juventus de Italia, y luego llegó al equipo londinense, donde demostró su insuperable velocidad de piernas y de mente, su exquisita técnica, su poderoso disparo, su prodigiosa capacidad para despanzurrar líneas defensivas con su zancada y su ubicuidad en el área rival. Sólo el poderoso Barcelona de Ronaldinho y Eto’o impidió a Henry ganar la Liga de Campeones de Europa.
Harto de padecer el habitual desbaratamiento anual del Arsenal, donde ganó tres ligas y una copa y cuya afición le había atribuido la categoría de un semidiós, Henry cambió Londres por Barcelona. Tras un primer año decepcionante, el francés integró uno de los mejores equipos de toda la historia del futbol mundial. Acompañado de Messi, Iniesta, Xavi, Puyol, Márquez y Eto’o, Henry ganó la Liga y la Copa Española, y la Liga de Campeones de Europa. Con la selección francesa, Henry ganó un Mundial, Eurocopa y una Copa Confederaciones: todo lo que se puede ganar.
La mano de Henry pasará a la historia por controlar tramposamente un balón, yo prefiero recordarla como la mano que ha levantado todos los grandes trofeos del futbol mundial.

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